¿Cómo se crea el vínculo afectivo temprano? ¿Cómo se traduce en el comportamiento del bebé? ¿Por qué el tacto y la piel del bebé son tan importantes en este vínculo? Veamos de cerca cómo se desarrollan los vínculos afectivos entre tú y el bebé.
Este artículo se ha escrito en colaboración con Bénédicte Thiriez, enfermera puericultora y escritora.
Al nacer, el recién nacido tendrá que adaptarse a muchas situaciones. A menudo lo olvidamos, pero durante el parto, el entorno del bebé cambiará drásticamente: sufrirá cambios de presión, temperatura, ambiente y, sobre todo, de iluminación. El bebé pasará de un líquido oscuro y envolvente y de un entorno intrauterino cálido al mundo exterior: un entorno luminoso, sin límites, gaseoso y frío.
La gran pregunta que muchos padres se plantean es: ¿por qué parece que el bebé "prefiere" a su madre? En caso de que tu pareja esté un poco celosa, aquí tienes la explicación... Aunque los comportamientos afectivos de un bebé no se dirigen de forma natural hacia una persona concreta, no olvidemos que la vida en el útero ha preparado al bebé para tener una preferencia natural hacia su madre (recuerda cómo se desarrolla el tacto en el útero) identificándola, por ejemplo, por su voz. Al escuchar y oler a la madre después de haberlo hecho durante toda su vida en el útero, el bebé se orienta mejor en el mundo exterior. Y este es un buen comienzo para establecer la seguridad emocional de tu hijo.
Por eso, el pequeño buscará de forma natural estar cerca de su madre e incluso protestará si lo separan de ella.
¿Cómo se desarrolla este vínculo entre madre e hijo?
El niño es quien "dirige" este vínculo hacia las personas que le cuidan y protegen. Dicho vínculo se establece a través de un conjunto de conexiones emocionales y experiencias entre el niño y su cuidador.
John Bowlby, psiquiatra y psicoanalista británico, observó tres comportamientos tempranos en los niños pequeños destinados a favorecer un vínculo afectivo entre madre e hijo (¡parece que los bebés lo tienen TODO pensado para asegurarse de que les cuidemos!):
- En primer lugar, el llanto o los gritos: estas llamadas pretenden acercar al adulto al niño para que se ocupe de él (¡bastante eficaces, por cierto!)
- Después, los parloteos y las sonrisas: ayudan a mantener la cercanía entre el adulto y el bebé, ya que fomentan las interacciones positivas y los momentos agradables. En resumen, el bebé es un encanto y lo sabe.
- Por último, los "comportamientos activos" del bebé: ahora, el pequeño es muy demostrativo al respecto de su vínculo afectivo (aunque le cueste mucha energía) y dirige su cuerpo hacia ti o se aferra a ti. Su mensaje es claro: ¡cuídame! Aunque estos "comportamientos activos" aún son muy inmaduros al nacer y durante las primeras semanas, verás cómo se desarrollan a lo largo de los primeros meses.
La piel: el vínculo clave para crear lazos afectivos con tu hijo
Estos diferentes comportamientos afectivos de tu hijo tienen que ver, por supuesto, con la piel del bebé y sus interacciones con el entorno. En cuanto el bebé salga al mundo exterior y al aire libre, su piel asumirá distintas funciones, algunas de las cuales son cruciales para el desarrollo del vínculo entre el pequeño y su cuidador.
Por supuesto, la piel tiene muchas funciones:
- Protección: es una barrera natural que aísla nuestros distintos órganos de los peligros del contacto.
- Termorregulación: esta función la controla el hipotálamo (en el cerebro), pero los sensores de la piel transmitirán información valiosa sobre nuestro entorno. La piel también puede aumentar o disminuir la temperatura corporal central porque capta el calor ambiental o provoca la transpiración.
- La piel es un centro de recepción y transmisión de información sensorial: a través de ella, el niño irá conociendo su propio cuerpo y sus límites (por ejemplo, sentir la diferencia entre el tacto de su propio dedo y tocar el de otra persona le indicará qué constituye su propio cuerpo). A medida que avancen estas experiencias sensoriales, el niño irá trazando el mapa de su propio cuerpo.
En resumen, la piel es fundamental como punto de intercambio entre el propio cuerpo del bebé y su entorno.
Para que todos los sentidos desempeñen su función desde el principio, es fundamental favorecer la proximidad física entre la madre y el niño, desde el nacimiento.
Así pues, el cuidado de la piel del bebé desde su nacimiento es importante para que esta le permita explorar el mundo de forma agradable y manteniendo sus propiedades únicas.