La mayoría de las mujeres embarazadas tratan de imaginar cómo será su bebé y piensan en otros recién nacidos que han conocido. Pero a veces, cuando una mamá primeriza ve a su bebé recién nacido, no tiene el aspecto de bebé relajado y sonrosado que esperaba. Seguramente no había visto antes a ninguno apenas nacido, sino algunas horas después cuando su aspecto mejora sensiblemente.
Diferencias del recién nacido según el parto
Si tu bebé nace por parto vaginal es bastante probable que notes que su carita está un poco inflamada y su cabeza algo deformada. Es normal, por el esfuerzo que supone atravesar el canal del parto y la presión que sufre el cráneo. Pero esto no debe preocuparte, porque forma parte del proceso fisiológico normal del nacimiento. Los espacios membranosos que hay entre los huesos de su cabecita (fontanelas) permiten que ésta pueda irse amoldando al espacio de tu pelvis y por ello tu bebé puede nacer con la cabecita más o “apepinada”, incluso con una especie de pequeño chichón en la coronilla. En pocos días, o pocas horas, verás como todo eso desaparece y adquiere una forma más redondeada.
Tampoco debes asustarte si observas sangre en la cabecita o en el cuerpo de tu bebé, son restos de sangre materna. Nada más nacer le limpian solo con un paño absorbente y pueden quedar restos. No es conveniente lavarle con agua inmediatamente, para evitar que pierda temperatura corporal (su termorregulación es inmadura), ni tampoco frotarle porque se debe preservar el unto sebáceo (vernix caseosa) que las glándulas sebáceas del bebé producen al final del embarazo y que cubre su piel cuando nace, tiene una función protectora y no debe ser arrastrado al limpiarle la sangre y las secreciones del parto. Una vez que la vernix caseosa se haya reabsorbido de forma natural y cuando la temperatura del bebé esté estabilizada será el momento de realizar el primer aseo con agua tibia.
Cambios normales en un bebé
Puede suceder también que el tono de la piel del recién nacido sea ligeramente azulado porque se necesita un tiempo desde que se instaura la respiración hasta que la oxigenación de la piel es suficiente. Ira desapareciendo a medida que su respiración se va normalizando. Verás cómo, según van pasando los minutos, se va tornando más sonrosado. Debido a la inmadurez del bebé para regular bien su temperatura corporal puede ser que el color azulado de la piel persista un poco más en las manos y en los pies, por eso hay que procurar que este bien abrigado y el mejor modo de mantenerlo calentito es el contacto piel con piel contigo.
También es posible que tu bebé nazca con una fina capa de vello (lanugo), más o menos perceptible o abundante, que se irá cayendo poco a poco durante las primeras semanas. O que algunas zonas de la piel presenten enrojecimiento o pequeñas erupciones que irán desapareciendo en pocas horas o días para dar paso a un tono de piel más uniforme. A veces los bebés también nacen con unos pequeñísimos puntos de blancos en los mofletes, la nariz y la barbilla. Es el milium sebáceo, que irá desapareciendo progresivamente y que no se debe intentar eliminar mediante ningún tipo de manipulaciones.
Al principio los ojos también pueden estar un poco hinchaditos por el esfuerzo del parto. Pero en pocas horas la hinchazón desaparece y cada minuto que pasa notarás que la carita de tu bebé está cada vez más relajada. Para lo que tendrás que esperar más tiempo es para saber de qué color tiene los ojos. Al principio los ojos de todos los bebés parecen azules, hasta que no pasen varios meses no se distingue bien el color definitivo.
Otra cuestión es a quién se parece el bebé. Habrá opiniones para todos los gustos y tendrás toda la vida para comprobar cómo, a medida que tu bebé va creciendo, su fisonomía va cambiando y afloran nuevos rasgos poco perceptibles al nacimiento. Puede pasar de ser “clavadito” a alguien de la familia materna o paterna a lo contrario, o a una mezcla de las dos. ¿A quién crees que se parece tu bebé?